El paraíso dominical
Todavía vivo con mis padres. Sí, soy uno de esos jóvenes españoles entre los veintipocos y los treinta y algunos que aún no han podido independizarse por sus míseros trabajos y todavía más patéticos sueldos y se ven obligados a tener que estar sin casa propia hasta que doña Urraca, la encargada de conceder de conceder hipotecas del Banco X decide que durante los próximos 50 años vas a estar trabajando para ellos. El caso es que desde que estaba en segundo de carrera, hace unos cinco años, todos los veranos me ha tocado quedarme en casa sólo por el curro. Sólo los fines de semana podía hacerme escapadillas para estar con mis padres, gracias a brvees estancias que casi siempre me reavivan de toda una semana de estrés, comidas frías y escasas horas de sueño. Este verano no iba a ser una excepción, y a estas alturas del finde sólo puedo decir lo que siempre nos comentaba un famoso ratón animado de la tele: Ya estoy supervitaminado, niños.
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